"Ladies & Gentlemen... ¡Rory Gallagher!" Esa es la frase exacta que me introdujo al blues. Frase que abre el Irish Tour, disco que me agencié a ciegas, guiado únicamente por la buena impresión que me generó la apariencia de ese guitarrista de larga melena, chaqueta vaquera y stratocaster raída. Disco grabado en Enero de 1974 en varios de los conciertos de la gira que movió al artista por su patria natal, y que sirve a modo de recopilatorio con sonido en directo y varios de sus mejores temas firmados hasta la fecha. Si, ya había hecho mis pinitos en el estilo, hubiera sido difícil resistirse a escuchar algo de dinosaurios de la talla de Clapton, Gary Moore o alguno de los Kings. Pero fue éste quien logró cautivarme como ninguno otro lo había hecho antes. Y lo hizo gracias a ese blues-rock afable, que logra amenizar la ceremonia de aproximación al estilo de raíz para quienes veníamos con el oído acostumbrado a sonidos más saturados gracias al componente más rockero de su estilo. Ha sido en definitiva uno de los puentes que con mayor importancia me permitió ligar el mundo del rock a sus influencias más primitivas. A encontrar el sonido deseado en la calidez de las guitarras como efecto de la saturación de las válvulas de sus amplis; en lo rítmico y orgánico. Y a seguir echando la vista hacia atrás.
La influencia de este hombre en la música es impresionante. Su estilo ha marcado el de hordas enteras de guitarristas, entre los que me incluyo. Su mención siempre me ha resultado muy reveladora y práctica para hacerme a la (grata) idea de los gustos del personal. Recomiendo casi toda su obra, desde su participación en Taste en la segunda década de los sesenta a su larga etapa en solitario. Aunque en ésta última reniego de parte de ella. En los setenta merecen la pena cada uno de sus discos. Es donde se encuentra su mejor material en bruto, discos entre los que destaco el Tatto, Calling Card o Photo Finish. Pero los ochenta le pasaron factura, tanto por la influencia (a mi juicio negativa) del sonido que impulsó tal década (caracterizado por las sobreproducciones, la tendencia a virar el sonido hacia otro más hard, más llamativo, efectista e impresionable pero menos sofisticado) como por el hecho de que se empezaban a hacer visibles los efectos de los excesos en su cuerpo. Así que resulta muy triste para quienes le idolatramos ver actuaciones y documentos suyos de su última etapa, viendo a un Rory que hasta la fecha su muerte (en 1995 como resultado de los problemas generados por el abuso de la combinación de alcohol y medicamentos) se iba vistiendo cada vez menos fino en lo musical y más grueso y torpe en lo referido a su forma física. Al margen de esto quedémonos con todo lo bueno que aportó este tipo tan entrañable en su vida y obra, que es inmenso.
La influencia de este hombre en la música es impresionante. Su estilo ha marcado el de hordas enteras de guitarristas, entre los que me incluyo. Su mención siempre me ha resultado muy reveladora y práctica para hacerme a la (grata) idea de los gustos del personal. Recomiendo casi toda su obra, desde su participación en Taste en la segunda década de los sesenta a su larga etapa en solitario. Aunque en ésta última reniego de parte de ella. En los setenta merecen la pena cada uno de sus discos. Es donde se encuentra su mejor material en bruto, discos entre los que destaco el Tatto, Calling Card o Photo Finish. Pero los ochenta le pasaron factura, tanto por la influencia (a mi juicio negativa) del sonido que impulsó tal década (caracterizado por las sobreproducciones, la tendencia a virar el sonido hacia otro más hard, más llamativo, efectista e impresionable pero menos sofisticado) como por el hecho de que se empezaban a hacer visibles los efectos de los excesos en su cuerpo. Así que resulta muy triste para quienes le idolatramos ver actuaciones y documentos suyos de su última etapa, viendo a un Rory que hasta la fecha su muerte (en 1995 como resultado de los problemas generados por el abuso de la combinación de alcohol y medicamentos) se iba vistiendo cada vez menos fino en lo musical y más grueso y torpe en lo referido a su forma física. Al margen de esto quedémonos con todo lo bueno que aportó este tipo tan entrañable en su vida y obra, que es inmenso.
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