31 oct 2012

Un buen día lo tiene cualquiera


Nos apasiona tanto la música que, llegado el momento no deseado, se nos muestra hasta como último resguardo, un recurso que siempre ofrece cobijo cuando el resto fallan. Los pies en la tierra, aquí no hay lugar a efectos místicos, sino al inmenso poder que demuestra como una de las mejores formas de canalizar y expresar emociones. En mi caso, lamentablemente, tiempo hace desde que lo que realmente me conmueve son canciones de carácter íntimo. ¿Mis listas más repetidas? Las de tónica más emocional. Que me agarro a algún instrumento... y siempre termino resaltando los acordes menores. Ya quisiera yo limitarme a cantar y moverme alegremente, pero me viene faltando el ánimo como para reflejarlo en forma de rock´n roll. 

Que aquí a nadie le gusta la medicina, pero realmente no sé que sería de uno sin ella. Así que os dejo con una de mis prescripciones habituales:







11 oct 2012

Cuentos de crisis: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades


Lo mejor de la indignación es que a veces resulta estimulante. Las líneas que siguen han surgido como reacción inmediata tras ver el Salvados del 07/10/2012: Viva SpanienLo recomiendo en sí mismo y para contextualizar y entender mejor la reacción que sigue.
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Desmintiendo mitos

Comienzo haciéndome eco de la narrativa ortodoxa sobre la crisis, desplegada de norte a sur, aunque a base de repetición haya terminado cuajando también por estas latitudes: hemos vivido por encima de nuestras posibilidades y ahora estamos teniendo un necesario choque de realidad, poniendo los pies en el suelo. Hemos pecado, hemos sido irresponsables y debemos pagar por ello, se hace entender desde una concepción política y económica de influencia cristiana impulsada principalmente por la figura de la canciller alemana.

La verdad es que no estoy por la labor de presumir de comportamiento modélico cuando en este país nos excedimos en una vorágine de consumo desmedido, sosteniéndolo en el endeudamiento en la medida que se hacía necesario. Y es que quien no tenía un buen coche, un teléfono de ultimísima generación, se metía en una hipoteca o se gastaba 100 euros en copas todos los fines de semana era poco menos que un pringado. Pero si eso fue posible era porque efectivamente había posibilidades reales: las que ofrecía el crédito. Posibilidades a las que alentaba todo el sistema en su conjunto y que ofrecían de forma muy interesada las entidades financieras. Posibilidad que llevó consigo al endeudamiento de particulares y familias. Y así fue, como sin serlo, nos creímos efectivamente ricos. Y por ello es por lo que deja de cuadrar la maldita frase tópica del título, por manida que esté.


Algunos diagnósticos

En definitiva, resulta que aquí en su día casi todos se beneficiaron y animaron a ello, hasta convertir en una especie de antipatriota a aquellos que desafiaran un modelo de comportamiento basado en un consumo ostentoso. El consumo era el motor de la economía y nadie quería pensar en poner frenos a nada bajo ningún concepto, especialmente en el mercado inmobiliario. No existía prácticamente debate al respecto, y quien se atrevía a cuestionar tal senda estaba condenado a la marginalidad o a un desprecio respaldado por un amplio consenso. Resulta que ahora, después de todo, los mismos que alimentaron ese panorama se atreven a señalar a los ciudadanos por haber hecho caso de lo que ellos mismos pregonaban.

Entre tanto es de justicia resaltar algo: los ciudadanos deben efectivamente asumir su parte de responsabilidad. Su comportamiento distó mucho de ser ideal, y  tan absurdo como ignorar presión alguna resulta creer que estamos totalmente coaccionados para dejarnos seducir por esa avalancha de consumo y endeudamiento. Una responsabilidad que, por otro lado, dista mucho de la de las entidades financieras, por motivos como los que siguen.

Y es que, por denostados que estén ahora, la función de los bancos es esencial. Canalizan los ahorros de unos, a quienes les sobran recursos, y se lo prestan (con un determinado interés) a quienes carecen de los suficientes, de manera que posibilitan que el dinero circule y que quienes no tienen suficientes recursos puedan disponer de ellos para invertir, innovar o emprender proyectos. Primera función básica, que sirve para dinamizar la economía, crear empleo e incluso para promover la movilidad social. Es su segunda función esencial la que se ha descuidado en mayor medida: la gestión del riesgo. Es decir, para llevar a cabo la primera tarea, el banco debe valorar también de forma previa y minuciosa a quien presta el dinero y a quién no. De ello depende el éxito o fracaso de sus operaciones y lo positivo o negativo del impacto que la actividad que promueve genera en la sociedad. Bien pueden prestar a quienes tienen un perfil solvente y capacidad potencial de aportar mejoras a la sociedad con sus proyectos como a quienes demuestran lo contrario, careciendo tanto de competencias y potencialidades como de solvencia. En la medida en que rebajaron los criterios de emisión de crédito y se éste se dirigió de forma masiva hacia sectores de la población que encajan mejor en el segundo grupo se permitió que se extendieran deudas entre agentes que más tarde no han podido hacerles frente, llegando por ello a comprometer la salud financiera de las propias entidades (y más tarde en extensión de la economía en su conjunto, como viene pasando).

Es esta segunda función la que se ha dejado más de lado, descuidando el necesario control en pro de un mercado financiero y de crédito mucho más desregulado, que permitía la generación de riqueza por una vía mucho más rápida y menos costosa: a través de la compra-venta-compra-venta (amplíe el círculo tanto como quiera) de activos de deuda entre unas entidades y otras y de la acumulación de las plusvalías generadas en cada operación en base a los intereses como método de acumulación de dinero. Además de favorecer la concentración de riesgos al concentrar un peso excesivo de su actividad en el sector inmobiliario.

A pesar de todo, los ciudadanos no pueden eludir su parte de responsabilidad en tanto que se inmiscuyeron en esa vorágine de consumo y endeudamiento. Ciertamente se podía haber actuado de forma más responsable. Ni es necesario que todos tengamos un coche de gama alta, ni que todos tengamos que emanciparnos en régimen de propiedad ni ningún otro lujo similar. De hecho es bastante estúpido, y desde luego que hay alternativas (¡alquiler!), al igual que había y seguirá habiendo gente con otras preferencias e inquietudes. Pero la responsabilidad de las entidades financieras asciende de la moral particular a otra de nivel institucional. El ejercicio de valoración de riesgos al ofrecer crédito no corresponde a los ciudadanos, sino que es parte de la función institucional para la cual están concebidas las entidades de crédito. Y es por ello por lo que, a pesar de todo, el peso de la culpa no puede más que decantarse en una medida desproporcionada del lado de estas instituciones.


La resolución del problema

Tras ello, la agenda política ahora está marcada por el empeño particular de Alemania y general de Europa de seguir las recetas de austeridad y reformas para lograr los necesarios ajustes de cuentas de los Estados con problemas. ¿Cómo pueden persistir en tal empeño a pesar de demostrarse, tras la experiencia de años bajo su aplicación, que están resultando fallidas? Hasta los mismos organismos que las impulsan, como el FMI, reconocen a día de hoy que están teniendo efectos devastadores sobre la economía en forma de retroceso de la actividad y del crecimiento económico. ¿Con qué legitimidad pueden seguir dando lecciones todos aquellos que garantizaban con altanería que este era el único camino adecuado y posible? La ecuación es sencilla: gran parte del dinero prestado a particulares en España e invertido en un sobredimensionado sector inmobiliario provenía desde bancos alemanes (y de otros lugares del centro y norte de Europa), por lo que mantienen como prioridad absoluta el hecho de asegurar que ese dinero vuelva a sumar en sus balances. Los bancos alemanes dirigieron grandes cantidades de crédito barato hacia bancos españoles (favoreciendo el alto endeudamiento y la creación y sostenimiento de la burbuja), y estos a su vez a los ciudadanos y las familias de nuestro país. Si tal proceso derivó en la generación de una enorme deuda privada, y esto ha generado después un problema de falta de liquidez por parte de los bancos es debido, simple y llanamente, a un problema de mala gestión empresarial. A que prestaron dinero muy a la ligera y en tantísimos casos a las personas y sectores menos adecuados. Si el dueño de cualquier empresa o negocio privado lleva a cabo una mala gestión pagará inexorablemente con las consecuencias de la misma, excepto en el caso que nos ocupa. Esto no es así en la medida en que se está haciendo pagar al Estado (a todos los ciudadanos) por la mala gestión de las mismas. El Estado tuvo que salir al rescate de empresas (financieras) mal gestionadas, incrementando a raíz de ello notablemente su nivel de endeudamiento (que era más bajo que el de países como la propia Alemania, por cierto). De ahí ahora el empeño en sanear las cuentas de un Estado arruinado, porque en un ejercicio de agudeza y cinismo se ha llegado a imponer además que sea el mismo Estado quien avale y garantice si es necesario el pago de las deudas que contrajeron bancos y entidades financieras. Y para ello, lógicamente, el Estado debe de contar con el dinero suficiente en sus cuentas, alejándose de la presente situación de déficit. De ahí la necesidad de que paguemos ahora si hace falta hasta con recortes en servicios básicos, llegando a incrementar con ellonotablemente hasta las tasas de pobreza y desigualdad. Y, en última instancia, la necesidad de rescate que ahora se baraja, con el fin de garantizar como sea que esa parte del dinero que sirvió para alimentar esta crisis años atrás vuelva de nuevo en dirección norte hacia casa.

Ni siquiera es libre mercado. Es que es aun peor.



PD. El vídeo termina con una reflexión que refleja otro dilema muy candente en los debates sobre el mercado de trabajo: la supuesta necesaria elección entre una situación en la que predominan unas altas tasas de desempleo (como la de España) u otra con unas tasas menores pero una con una mayor preeminencia de empleo de peor calidad (el reciente caso alemán o el paradigma clásico de los Estados Unidos). Desde una perspectiva liberal se suele abogar por lo segundo, argumentando que cualquiera preferiría tener un minijob, trabajo parcial o trabajo precario antes que nada, por lo que se precisa favorecer una mayor flexibilidad. De hecho, según se plantea el esquema hasta yo me daría por convencido. El problema viene si valoramos que tal esquema puede resultar en exceso maniqueo. Es digno negarse a ser tan conformista, a rebajar tanto las expectativas de lo posible y no concebir otra alternativa que vaya más allá que la de converger con marcos laborales más propios de países en vías de desarrollo. Décadas y años atrás hemos vivido (algunos países lo siguen haciendo de hecho, no es materia de utopía) experiencias de empleo mejores, con trabajos más seguros o mejor remunerados. Asumir ahora, con la posibilidad que brinda todo el extenso desarrollo tecnológico acumulado, que eso no es posible y que no podemos ser más productivos suena a cuento chino (nunca mejor dicho). Me lleva a pensar que seguramente la realidad diste mucho de que no se pueda generar suficiente riqueza y trabajo para una mayoría, considerando mucho más plausible la hipótesis que dicta que el problema puede radicar en cambio en que éstos estén distribuidos de un modo muy desigual. Con todo, cuesta no concebir otra alternativa al esquema planteado. Otra cosa es que haya intereses de por medio.

31 may 2012

Del norte de España a la costa americana: Smile y The Fakeband

Si el concierto de Smile que presencié el año pasado no entra en mi top five no es por su falta de mérito sino porque el ambiente no acompañaba, ya que era muy poca la gente que poblaba el Garcilaso toledano aquella noche. Pero la suerte no solo juega malas pasadas, y yo esa noche me acerqué a la sala sin conocer nada del grupo en cuestión. Y me encontré con uno de los directos más impolutos que he visto nunca. Uno de esos conciertos que convencen de lleno a uno, que le hacen jurar fidelidad y amor eterno al estilo. La banda muestra un sonido perfectamente equilibrado, en el que se distingue a la perfección el quehacer de cada uno de sus instrumentistas. Nada que ver con el tipo de concierto de rock que tanto se prodiga, en los que  muros de distorsión y volumen no permiten apreciar la particularidad y el sonido de cada instrumento, con un resultado más turbio de lo deseado. Adornan con una amplia instrumentación -guitarras, muchas guitarras, tanto eléctricas como acústicas, ukeleles, banjos, armónicas...- y unos coros precisos un rock fino (que se mueve entre el folk rock y la americana), elegante y vivo. Ellos siempre reivindican el surf y motivos veraniegos y playeros, y logran transmitir muy bien a través de sus melodías alegres y sus letras un mensaje cálido y fresco.


Un flechazo el de aquella noche. No podía esperar al día siguiente para buscar y hacerme con su música. Sabía que tenía nuevo material en bruto con el que saciar mi melomanía. Y en esas sigo, aunque en la grabación se pierda la calidez que el grupo aporta en el directo. Me parece a fin de cuentas un ejemplo de manual que refleja el tópico (en este caso real) del grupo que gana enteros en directo. Un ejemplo paradigmático también de banda subestimada: me dolía en el alma que un proyecto tan grande como el que presencié aquella noche quedara reservado para el deleite de los escasos incondicionales a la música de siempre.



Meses después leí acerca de un proyecto en el que andaba metido alguno de los componentes de Smile, así que tal aval fue suficiente para interesarme por lo que hacían esos tales The Fakeband. No voy a repetirme en etiquetas, ya que aunque estoy en las primeras escuchas creo que la tónica es muy similar. Podría referirme a The Band, a Grateful Dead o a tantos otros, porque de verdad que parecen sacados de las profundidades de américa. Pero no, son representantes de lo que ha llegado a denominarse como Getxo sound, que nos transporta con unos pocos acordes y melodías del norte de España a las costas americanas.



Alegres ambos. Muy disfrutables. No muy conocidos pero totalmente recomendables.

PD- Smile están a punto de sacar nuevo material. De hecho acaban de adelantar un primer videoclip, y ya han anunciado que en medio mes estará disponible el resto. Espero volver a verles pronto, y que esta vez sea mayor la compañía frente al escenario para hacer que la siguiente experiencia sea aun mejor que la primera.

14 may 2012

Luces y sombras del 15M (y del conocimiento)

Me apetece mojarme hoy con un tema de rabiosa actualidad política. Ni más ni menos que con uno que afecta tanto a las diferentes sensibilidades como lo hacen las movilizaciones del 15M. Vengo encima para expresar impresiones minoritarias, que no pueden tener la mejor acogida ni por parte de quienes se aferran a sus lemas bajo capa y espada ni tampoco y de forma lógica por parte de quienes repulsan cualquier forma de expresión de crítica y disidencia. Definitivamente, hoy no he venido a hacer amigos.


Este año me pilla en el extranjero y en frío, pero si he de reconocer que el año pasado lo viví de forma presencial y con mucha ilusión. Puedo empezar por tanto haciendo referencia a las luces que veo en el movimiento. Empezando por la más primaria, esto es, el hecho de que ante una situación de regresión social tan intensa como la actual (con unas tasas de desempleo tan infladas, con gran parte de la responsabilidad de la crisis señalada en los usos y abusos de las altas esferas políticas y económicas, sumado a los continuos recortes en derechos sociales hasta ahora concebidos como fundamentales) cualquier expresión de rechazo y movilización es de antemano bien recibida. Siguiendo por el mero hecho de que compartía y comparto aún muchas de las ideas que allí se expresan, aglutinadas bajo el grueso paraguas de la conciencia por una mayor justicia social. Y terminando por la importancia que tiene el hecho de que hayan extendido a los medios de comunicación de masas y la opinión pública las discusiones sobre temas socioeconómicos de máxima relevancia para poder entender el funcionamiento de nuestro mundo (el funcionamiento de la banca y el sistema financiero, el origen de la crisis y la burbuja inmobiliaria, el problema de los desahucios y un largo etcétera).

Y como sobre las razones y los acuerdos hay más escrito a mí me gustaría aportar también algo de crítica al movimiento, a pesar de lo cuidadosa que debe resultar la generalización dada la gran heterogeneidad del mismo. Pero la convivencia en el lugar y el examen más pausado de las causas me ha hecho ir percibiendo también ciertos puntos de desacuerdo. Sin tener duda alguna de que la mayor parte de las almas allí movilizadas están motivadas a ello por buenas intenciones creo oportuno recordar también que éstas no son suficientes a la hora de elaborar buenas políticas o siquiera diagnósticos y propuestas acertadas. En muchos casos y aun partiendo de esa base se llega a la defensa de posiciones y postulados en extremo simplistas, que no se hacen eco de forma realista del estado de las cosas, ya que éste no responde usualmente a los esquemas maniqueos (los buenos frente a los malos, lo blanco frente a lo negro) tantas veces proclamados. La realidad es mucho más compleja, con numerosos matices y profundizaciones necesarias que escapan al dibujo de la realidad expresado únicamente bajo lemas y consignas. Esto ha hecho que en ocasiones haya tenido que tomar cautela y distancia respecto a posiciones que contaban en principio con mi acuerdo al observar que únicamente se sostenían a través de la repetición continua de los mismos tópicos y lugares comunes. A sabiendas además de que a la mínima que intentes sobreponerte a ellos en una discusión corres el riesgo de ser rápidamente etiquetado con algún adjetivo en su sentido peyorativo. Y es que cada vez me dan más miedo quienes expresan una seguridad absoluta en sus planteamientos e ideas. Frente a ello sigo confiando en la inseguridad, la virtud de la duda como arma para el conocimiento y que se enfrenta a la imposición de ideas y la cerrazón ante perspectivas diferentes. Resaltando el poder de estar abierto a la reflexión y la crítica, a la posibilidad de rectificar y aprender de los errores e ir haciendo un ejercicio reflexivo continuo que te permita ir posicionándote a medida que vas aprendiendo.

En ese sentido son muchas las veces que he repetido que no tiene que ver (y es necesario diferenciar) lo que es el espíritu crítico de lo que es una actitud criticona. El espíritu crítico no se sostiene en la mera crítica como fin en sí mismo, como muchos piensan, sino que ésta debe quedar respaldada por el peso de la razón y la reflexión, precisando de un examen de las razones y causas muy elaborado y medido. Y de esto último he visto que algunas veces en las plazas se ha carecido. Cuando en otro orden de cosas he podido hasta observar como a cierta parte de los movilizados lo que les mueve es el gusto por movilizarse no tanto como medio de crítica en el sentido mencionado, sino que en algunos casos responde incluso como ejercicio recreativo. Que al igual que hay a quienes nos apasiona ir a ver conciertos hay otros tantos a quienes lo que les va es irse de mani de forma más o menos rutinaria. Cada uno tiene sus gustos y la opción de cada uno suele ser perfectamente legítima. Creo incluso que en cierta medida puede ser razonable combinar el aspecto crítico y reivindicativo de una movilización con otro, en consecuencia y no como fin, más lúdico. No vería en ello problema alguno si no fuera porque pienso que en el momento en el que un elemento de crítica (como debe ser una manifestación) se convierte en excusa recreativa o de ocio ésta puede perder su razón y sentido más integro.

En otro sentido, me cuesta entender que un movimiento supuestamente emancipatorio caiga tan a menudo en el tópico y el estereotipo. Por ejemplo, creo que quienes peor favor pueden hacer a la noble causa feminista son quienes creen que para serlo (o aparentarlo) ciertamente se obtienen puntos en la medida en que te elabores cierto peinado o vistas de una forma determinada. Lo mismo para quienes creen que un buen indicador del nivel de crítica puede apreciarse en lo desaliñado del aspecto de cada uno. En definitiva, cuando en su funcionamiento cotidiano interfieren y toman fuerza decisiva elementos superficiales y referidos al aspecto frente a los elementos intelectuales y sustantivos referidos a los objetivos de igualdad y mayor justicia social. Huelga decir que cualquier elemento superficial y centrado en la apariencia debería resultar indiferente a cualquier colectivo que se pronuncie en pro de algún tipo de liberación. Y esto, a día de hoy y en un ambiente en el que los estereotipos están profundamente marcados, sigue siendo una asignatura pendiente.

Por no habar del lugar que han tenido en su seno el reiki, las bioenergías y demás pseudociencias de corte buenrollista que suponen un ataque directo a una razón analítica tan necesaria para el examen crítico de las causas y consecuencias de los fenómenos en cuestión. Aquí enlazo directamente con otro de los puntos con los que me distancio de forma nítida de parte de los sectores que conforman el movimiento (y digo parte porque sé a ciencia cierta que hay otros tantos que no pecan de lo mismo): el del recelo y descreimiento habido hacia la ciencia. Durante mucho tiempo me he planteado qué es lo que puede hacer que tanta gente sienta tal desconfianza y recelo hacia el mayor proyecto de emancipación intelectual habido en la historia. Un par de lecturas recientes ("Por un giro analítico en sociología" y "Economía cuantitativa y extremismo político") han ayudado entre otras a sentar las bases de mi pensamiento al respecto, y es que el examen analítico y empírico de los fenómenos (en este caso sociales y económicos) procura un conocimiento más preciso y mesurado de la realidad, que en consecuencia se aparta de los prejuicios y supuestos de que hacen gala las ideologías en sus distintos extremos. Quienes reniegan de este tipo de generación de conocimiento lo hacen porque no es usual que la investigación logre respaldar supuestos extremos e inmutables, por lo que el ejercicio de análisis e investigación es un riesgo que pone de manifiesto la carencia de evidencia de los planteamientos fundados en ideas preconcebidas. Es en ese punto, en la medida que se contrapone a los intereses particulares de cada uno, es por lo que se les hace necesario denostar al cuerpo entero de la ciencia para volverse así impermeables a toda crítica. Es en definitiva la diferencia entre quienes trabajan y gustan de dedicar la mayor parte de sus esfuerzos en tratar de reafirmarse en sus planteamientos en vez de hacerlo en la búsqueda de un conocimiento más metódico, ponderado y abierto a la crítica y por ello más adecuado para lograr un acercamiento a un conocimiento más objetivo. Y éste es, hasta la vista, el gran problema que percibo en los movimientos sociales. Lo contrario es muy tentador, pero yo entre esas dos opciones y a medida que me intereso y doy más entidad a los dilemas políticos, sociales y económicos he terminado por decantarme por la segunda opción. Se sin embargo que quienes gustan de emociones políticas fuertes (quienes se toman la política como si fuera una cuestión deportiva o de colores) no sienten ningún interés por el tipo de soluciones más prudentes y mesuradas.

Si hay una razón que me motive especialmente a pensar así no es precisamente la falta de voluntad crítica sino todo lo contrario, y es que creo que ésta concepción es la que resulta verdaderamente revolucionaria. Usualmente se han apoderado del término "crítico" para designar el tipo de conocimiento que cumple únicamente con un requisito: que en su elaboración haya algún tipo de crítica, independientemente de la forma en que ésta sea abordada. Un "todo vale" en un tipo de conocimiento que rechaza una metodología de trabajo sistemática en favor de planteamientos relativistas. De esta manera se pierde toda posibilidad de sentido crítico, ya que se sirve de ese relativismo para hacerse de nuevo impermeables a la crítica (cada uno se desenvuelve en su reino de taifas con sus códigos y lenguajes particulares y excluyentes, de manera que en última instancia sirvan de barrera para frenar las posibles objeciones, aunque vengan de la mano de la evidencia). Frente a esta inclinación posmoderna creo fundamental entender como conocimiento crítico el que se genera a raíz de un procedimiento metódico y que por definición debe de permanecer siempre sujeto a la posibilidad de contrastación y sometimiento a prueba por unos y otros, independientemente de su condición y en situación de igualdad de condiciones para todos. Es decir, abierto en su sentido más amplio a la refutación y la crítica. En último término, y atendiendo a estas prácticas, creo que no puede haber nada más revolucionario que cimentar cualquier reivindicación o propuesta política no tanto en ideas preestablecidas sino en el conocimiento acumulado.

Sirva esto con la intención de hacer crítica constructiva del movimiento, y si se pudiera, para tratar de solventar posibles errores. No está escrito con ánimo de paralizar movimiento reivindicativo alguno, tan necesario en tiempos de tan magna injusticia. Pero los caminos fáciles no suelen llevarnos muy lejos. Y debemos entender que si se quiere una alternativa política sólida de izquierdas (a la vista está que se anhela en las innumerables y cada vez más extendidas expresiones cotidianas de descontento y desconfianza hacia el funcionamiento del sistema) ésta ha de resultar muy razonable, elaborada y accesible. Desde luego que no puede sostenerse únicamente en la emisión de lemas y lugares comunes que complacen a los escasos implicados de siempre en los movimientos sociales pero que a la vista está que no terminan de calar en el grueso de la población. Además de que en la medida que la alternativa que se proponga resulte menos lúcida únicamente se logrará facilitar a quienes tratan de sostener el status quo sus tareas de auto-legitimación, además de resultarles más sencilla la labor de descrédito hacia la posibilidad de un proyecto alternativo que en cambio podría ser más realista y ambicioso.



PD: A pesar de toda la crítica expresada no puedo dejar de mencionar un hecho de suma relevancia, y es que el sistema de bienestar social que impulsó las décadas de mayor prosperidad en occidente (de los 50 a los 70) y que desde entonces se ha ido desgastando de forma progresiva no surgió de la voluntad de unas personalidades políticas dispuestas en un arrebato de buena voluntad de dotar de concesiones sociales y un mayor bienestar a la ciudadanía. Muy al contrario surgieron un una época muy turbulenta y de fuerte conflicto social, sirviéndose de tales medidas con el fin de apaciguar ese clima de conflicto y así asegurar la paz social (y en última instancia sus intereses). Por ello no conviene menospreciar en ningún momento los posibles efectos de las movilizaciones, siendo en este sentido donde pueden jugar su papel más relevante; más en una época de crecimiento del conflicto social como la que nos está tocando soportar.

22 abr 2012

Michael Kiwanuka

Vamos a superar el obituario del gran Levon Helm con algo alegre y esperanzador. Que así es como resulta el primer disco de larga duración de este inglés de ascendencia africana. La música, en esencia acústica aunque con una amplia y cuidada instrumentación, merodea sobre una base de sonido folk. Una sección de viento con flauta incluida dota al sonido un carácter muy particular, suave y evocador. La voz gutural del protagonista hace el resto, aportando el carácter soul que termina de distinguir su sonido.


Solo tiene 24 años, así que con esta carta de presentación se perfila como promesa. Yo de momento sigo en las primeras escuchas, así que voy a aprovechar su música como hilo de fondo relajado para terminar las lecturas y deberes pendientes, y así poder valorar más adelante y con mayor criterio si estoy en lo cierto con esta primera impresión tan positiva.



19 abr 2012

Levon Helm


Nunca había sentido tanto la (previsible, ya que se encuentra en estado crítico) muerte de un desconocido. Pocos músicos me había generado tanta empatía como Levon, siempre entrañable tras la batería. También por saber valorar el legado de inmensa calidad que nos ha dejado, definiendo como nadie en la historia un estilo tan importante como el rock de influencia americana. Por supuesto con The Band, formando la mejor banda de acompañamiento de Bob Dylan y hasta en su posterior y larga etapa en solitario, solo frenada en el último momento y como consecuencia de la propia enfermedad.


Imprescindible ver The Waltz como ceremonia de despedida. Mucha gente coincide en que para que sucediera aquello se debieron alinear los astros. Scorsese lo filmó y dio forma a uno de los documentos musicales más importantes en la historia. Le sigue una muestra: